lunes, 23 de enero de 2012

Viajo a Guamá mirando
el verde de los campos cubanos,
con la música del son
pensé en esta ilusión.

Hierba mala nunca
muere dicen, y que viva entonces,
si vivirá lejos y no vendrá.

Yo soy Hierba Buena,
serena y compañera,
próxima a mis amigos y camaradas

sábado, 21 de enero de 2012

Del por qué no acondicionar el aire




-Salgamos a tomar algo, vamos a la placita de la otra cuadra y tomamos un heladito fresco. Con este calor estoy seguro de que vas a querer.
-¿qué? ¡Con este calor querés estar afuera! Acá tenemos el aire, venite a casa y nos miramos una película o comemos el helado acá. Estamos más cómodos, afuera hace calor.
¡Qué realidad atroz! ¡Qué triste destino! La nueva cárcel, para las temperaturas apenas más altas o bajas que la medida justa, es el cuarto con aire acondicionado. Este aparato, insalubre, virtual, denigrante y atomizador, no hace otra cosa que promover la pasividad de la población. Ya no con despidos, ya no con miedo, sino con una oferta de comodidad por  14 módicas cuotas en cualquier empresa de artículos del hogar.
La calidez del verano, el reconfortante frescor del otoño, ese frío aire de invierno que hace desear la llegada de la primavera (o de la prima Vera) ya no existe, pasado de moda en la segunda cuota. Si tenés acondicionador de aire, no se sale. Cuando no lo hay, se come en la casa del primero. ¿No hay salida? ¡Claro que sí! ¡Salgamos!
-¿en serio te vas a quedar en tu casa? ¿Hace cuánto que no salís?
-Salí ayer, tuve que ir a la facultad a ver una nota. Me morí de calor, llegué a casa y me senté en la compu, en cuero a jugar y comer un poco de chocolate. 
-Y por gusto, no salís?
- Bueno, si tenés tantas ganas vayamos a algún lugar fresco.
-¡Genial! Qué tal la costane..
-Vayamos al Abasto, ahí está muy lindo. Podemos dar vueltas por el shopping, tomar algún frappe en Starbucks… ¿qué decís?
¡Salgamos!
Una palabra semánticamente sencilla, pero tan fácil de malinterpretar. A dónde se sale, cuando se sale,  es una respuesta que pocos pueden acertar. Escapar de la rutina, del lugar habitual,  de las comodidades que se encuentran en el hogar.  ¿Dónde está la gracia de salir hacia el mismo lugar, hacia las mismas cosas que se encuentran en ese cuarto viciado de aire sin olor? Acaso no es más reconfortante, mágico e interesante cambiar la rutina, cambiar de aire?
Una gran sensación aquella que se siente al caminar y sentir el frescor del viento, tan reconfortante en una tarde de verano. Sentarse en el pasto, mientras el viento pasa suavemente entre los cabellos y las manos se apoyan en la suave tierra, un poco más atrás. 
¿Qué pasa cuando, para escapar de ese aire acondicionado, se termina en otro aún peor, donde el aire ha sido artificial durante tanto tiempo que todos aquellos que lo respiran, durante un cierto período, terminan asemejándose a este?
-¡qué aburrido eso!
-¿por qué? ¡Si tenés todo! Podemos caminar, tomar algo, comprar, conocer gente…
-¿qué gente? ¿Los nenes que van al abasto?  Qué poco interesante que es ese lugar. Encima querés ir porque hay aire acondicionado nada más.
-hace mucho calor
Seis meses de frío, seis meses de calor. En la mayor parte del mundo esto es una realidad. Una realidad natural. ¡Deseemos el calor del verano mientras estamos en invierno! ¡Roguemos por las temperaturas bajas de abril, mayo y junio!
¿Por qué habríamos de permanecer encerrados el año entero? Una práctica que ni siquiera los osos, y demás hibernantes, realizan.  Es por eso que…
-Me declaro enemigo del aire acondicionado. No estamos en un lugar de temperaturas extremas. Calor hizo siempre, y mientras hoy te quejás de eso, en 5 meses me vas a decir que hace demasiado frío. Así es el clima che.  Elegí, estás conmigo o con el aire acondicionado.